Una sensación de alivio, gratitud, y la recuperación de confianza en uno mismo son las sensaciones que experimentan adultos diagnosticados tardíamente como superdotados.
Porque, contrariamente a la creencia popular, poseer una inteligencia excepcional no es garantía de la felicidad y el éxito. No es fácil vivir sentimiento constantemente en desacuerdo con otros, ser considerado demasiado lento, conformista, sin fantasía y expresarse de manera diferente.
La palabra «dotado» se utiliza para designar una inteligencia extraordinaria y se caracteriza por una curiosidad insaciable, es una forma de pensar tipo árbol (por las conexiones ramificadas), que implica hiperactividad, hipersensibilidad o incluso extra-lucidez. De acuerdo con algunos especialistas. Si bien algunos superdotados viven muy bien con sus habilidades, otros sufren severamente, por verse a sí mismos como marginados y ser vistos por los demás con extrañeza.
«Tener un alto coeficiente intelectual no es ser cuantitativamente más inteligentes que otros, pero la mayoría de superdotados tienen una manera muy diferente de operar intelectualmente», dijo Jeanne-Siaud Facchin, autora de “Demasiado inteligente para ser feliz” (ed. Odile Jacob, 2008).
Este es el caso de Geneviève Broutechoux, de 52 años, quien pesar de haberse graduado de HEC y ocupar varios cargos importantes en Francia, tuvo que mudarse a Inglaterra para llevar una vida mejor y poder prosperar.
«Nunca me sentí cómoda en un equipo. Me irrita ver que no evolucionamos al mismo nivel». Es recién mediante la lectura del libro de Jeanne-Siaud Facchin que ella comprendió la razón de su infelicidad. «Yo me reconocí a mí misma por la información que leí en el libro”.
Ella planeaba unirse a la Asociación Mensa (que reúne a personas con alto potencial intelectual y tiene cerca de mil miembros en Francia), con la esperanza de dialogar con personas pudieran entenderla pero finalmente desistió. En Londres actualmente trabaja en el análisis del sector de las opiniones.
«Estoy bien, entiendo muy rápidamente lo que la gente quiere sin que ellos mismos lo sepan», dijo, aunque dudando de conservar este empleo por mucho tiempo. «Nada dura, porque siento la diferencia entre yo y los otros» dice ella. Su vida sentimental también está interrumpido: «Es difícil encontrar a un hombre que este realmente a mi nivel”.
«Los adultos que recibo han vivido mucho tiempo en secreto con su diferencia como un aspecto negativo de sí mismos sin poder decirlo”, afirma Monique de Kermadec. “Cuando descubren que no están solos, que no sufran un trastorno psiquiátrico, podrá reiniciar su vida a plenitud” dice el especialista.
Es a menudo durante una consulta para su hijo que los adultos descubren sus «dones». De hecho, hoy si se diagnostica niños “superdotados” con alto coeficiente intelectual, lo que no sucedía hace treinta años.
«Cuando el psicólogo detalló el funcionamiento de Matilde, retrocedí veinticinco años atrás y entendí porque no podía responder las expectativas de los demás. Me hicieron la prueba poco después de Matilde y resultó que soy un dotado», dice Clemente, ingeniero de treinta años, padre de una niña de 5 años, que desea permanecer en el anonimato.
Desde entonces asistió a muchos sitios y foros especializados (incluyendo Lestribulationsdunpetitzebre.com, sitio creado por una madre que comparte la superdotación con su hija). Él pensaba que el diagnóstico precoz le impediría una escolarización «caótica» a Mathilde como la suya, marcada por la repetición a pesar de «sus grandes habilidades» como lo demuestran sus informes escolares.
Esta brecha entre las capacidades superiores a la media y la dificultad para cumplir con las directivas a veces obliga al alumno a parar la escuela. En el adulto, la frustración se da cuando a pesar de tener una gran carrera, «no es capaz de encontrar su lugar», dice Monique de Kermadec.
Leonardo (que optó por esconderse tras el nombre tomado de un personaje de teatro que ama) tuvo una vida escolar dolorosa, pero él ya sabe que está dotado y se está involucrado con «más confianza «en su prepa HEC. Cuando nos encontramos con este joven de visión clara, somos tocados por la pasión que lo anima y el cuidado que necesita para encontrar las palabras adecuadas para contar su historia.
«Ya pequeño me dijeron que hablaba como adulto. Además, yo no estaba bien con los demás niños», dijo. Las primeras preguntas obsesionan «¿Soy diferente o soy más estúpido que los demás?”. Son emotivos, absorben el sufrimiento de los demás como una esponja. En la clase, se le acusa de ser «demasiado inteligente» o «demasiado distraído».
La revelación de ser dotado a los 18 años fue «como un látigo,» pero el descontento sigue ahí: «Sigo pensando que pude ser mejor», dijo, admitiendo incluso haber sufrido fases de depresión.
La noción de sobreexcitación en los adultos superdotados
Teoría de la desintegración positiva, Kazimierz Dabrowski
A principios de los años 80, se ha desarrollado una línea de investigación sobre la base de la labor iniciada por Dabrowski.
Su teoría de la desintegración positiva, que intenta modelar la figura en su desarrollo, no sólo es para proporcionar elementos de reflexión sobre los procesos para construir una personalidad estable y única, es también para establecer criterios para el desarrollo de herramientas psicométricas que cubren múltiples campos de aplicación (estudios clínicos de personalidades patológicas y la identificación de las poblaciones atípicas).
Dabrowski postula que la personalidad se desarrolla en cinco niveles de desarrollo influido por tres factores distintos:
• Factores hereditarios
• Factores ambientales
• Los factores de motivación que dependen de la voluntad del individuo («autónomo y autodeterminado»).
De acuerdo con este punto de vista, los factores hereditarios tienen en cuenta cinco elementos característicos de la personalidad, estrictamente innatos y agrupados bajo el término genérico «hiperestimulables» (o superexcitables WOS), que corresponden a reacciones extremas y constantes en respuesta a estímulos internos y externos, que puede expresarse a través de cinco formas postuladas genéticamente independiente: psicomotrices, sensoriales, imaginativas, intelectuales y emocionales (Piechowski, 1975).
El aumento de la intensidad, duración y frecuencia de estas respuestas son consideradas como indicadores de una inteligencia superior a la media (Piechowski y Colangelo, 1984).
Los hiperestimulables pueden tomar cinco formas:
• Psicomotor: comúnmente visto como una necesidad de la actividad física y el movimiento, que también puede dar lugar a dificultades para poner en pausa la actividad cerebral para conciliar el sueño. Esto se refleja a través de la energía física ilimitada acompañada de movimientos, gestos, tics nerviosos, facilidad verbal, etc.
• Sensorial: se expresa por una exacerbación de los sentidos durante las experiencias de placer o displacer (a través de diferentes modalidades sensoriales, olfato, tacto, gusto, escucha).
• Imaginativo: se caracteriza por una rica asociación de imágenes e impresiones, algunos incentivados con el uso de imágenes y metáforas en el lenguaje hablado o escrito. Los sueños son perennes y muy detallados. También hay una predilección por los cuentos de hadas, la creación poética, la invención de compañeros imaginarios, etc.
• Intelectual: alta necesidad de entender y buscar la verdad, de adquirir conocimientos, analizar y sintetizar. Actividad intelectual intensa (curiosidad, capacidad de soportar el esfuerzo intelectual de leer demasiado). Inclinación a hacer preguntas pertinentes y la resolución de problemas.
• Emocional: la experiencia de las relaciones emocionales, negativos o positivos, siente y se expresa más intensamente que lo normal. Sentimientos intensos y conciencia con una amplia gama de emociones. Caracterizado por la inhibición (timidez) y la emoción (entusiasmo).
Aunque esta teoría no es verdaderamente un modelo de primera línea para el estudio de las diferencias individuales ya que se basa en una obra biográfica, la investigación clínica y empírica de personas eminentes de todas las edades si es una herramienta que puede usarse en el estudio de los individuos de alto potencial (Miller, Silverman y Falk, 1994).
El principal interés del modelo de potencial de desarrollo es la capacidad de entender las diferencias individuales que puedan existir entre las diversas formas de talento. La intensidad emocional es uno de los rasgos característicos de la personalidad de los individuos con alto potencial de desarrollo. Se sienten cosas profundamente y a menudo se experimentan una amplia gama de emociones. Piechowski (1991) define la «sobreexcitación emocional», como la intensidad y la profundidad de la vida expresada a través de una amplia gama de emociones, como la compasión, el sentido de la responsabilidad y la introspección escrupulosa (auto examen).
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